Los problemas de eliminación se definen como la dificultad del control de los esfínters. Los más comunes son la enuresis y la encopresis. 
Enuresis
La enuresis consiste en una emisión repetida de orina en la cama, durante el sueño o en la ropa del niño de forma involuntaria, después de una edad en la que el niño debería haber adquirido la continencia urinaria, normalmente entre cuatro y cinco años.
Se trata de un problema de alta prevalencia en la población infantil.
Las causas pueden deberse a múltiples factores como un retraso en la percepción del reflejo de la micción, es decir, el niño no es consciente de la sensación de presión cuando tiene la vejiga llena y por ello no se levanta a hacer pis, factores emocionales y sucesos estresantes, componentes genéticos, sueño muy profundo, etc.
La mayoría de los niños entre los tres y cinco años, aprenden a controlar voluntariamente las funciones de eliminación, pero algunos necesitan que se les enseñe a permanecer secos, educándoles y entrenándoles en hábitos de evacuación apropiados.
La enuresis puede producir consecuencias negativas en la vida del niño además de generar malestar en la familia; así el niño puede manifestar malestar, inseguridad, sensación de “ser diferente”, baja autoestima, sentimientos de vergüenza y limitaciones en sus actividades sociales, de ahí, la importancia de evaluar y trabajar el problema. 
Encopresis
La encopresis consiste en una evacuación repetida e involuntaria de las heces en lugares inadecuados (armarios, suelo, en la propia ropa, ….), después de los cuatro años de edad. Comprende desde el simple manchado de ropa hasta la evacuación de mayores cantidades de heces. 
La encopresis puede deberse a múltiples factores, tales como el estreñimiento crónico, un entrenamiento inapropiado (p.ej.: por ser entrenado a una edad muy temprana, por ser demasiado exigente, por utilizar procedimientos coercitivos -de presión o castigo-), a las propias experiencias (de malestar, dolor y/o incomodidad) asociadas a la defecación, a acontecimientos vitales estresantes en la vida cotidiana del niño o trastornos emocionales, por nombrar las más frecuentes. 
Este trastorno tiene efectos muy perturbadores para el niño y su familia, se siente avergonzado e infeliz, cree que está haciendo algo malo y que es una carga para la familia, tiende a aislarse para evitar situaciones de interacción comprometidas y tiene escasa popularidad entre sus compañeros. 
Por otra parte, los padres no suelen comprender la naturaleza del trastorno, ni muchos hábitos que acompañan al ensuciamiento (esconder la ropa sucia, permanecer sucios después del incidente, etc…). La mayoría piensa que sus hijos se ensucian porque son perezosos, descuidados y poco aseados. Todo esto provoca un gran deterioro en la familia. Así, es esencial trabajar estos problemas e informar a los padres sobre cómo funciona el trastorno para que puedan comprenderlo y manejarlo adecuadamente. 

 

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